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En el día de los difuntos |
Hasta la fecha en que se coloco la placa y en la jornada que previamente se había desarrollado sobre la investigación y la Memoria Histórica, fue cuando algunos familiares supieron en que lugar y circunstancias había sido ejecutado o desaparecido su padre, hermano o cualquier otro familiar. Por primera vez se conocía el número y los nombres de las víctimas en su totalidad, se ha tardado cerca de 80 años en saber que les había ocurrido, decenas de años de silencio y recuerdo en la intimidad.
El autor amparándose en la oscuridad de la noche, con martillo y cincel, ha ido rompiendo la parte con los nombres de las víctimas, como se puede tener tanto odio y rencor para ensañarse contra la memoria de quienes ya fueron víctimas también de la barbarie y contra los sentimientos de los familiares y amigos.
Las personas se distinguen de los animales por su capacidad de razonar. El destrozo del memorial es propio de alguien sin razón, de un ser abyecto.
Si ha pretendido hacer daño a un pensamiento, afortunadamente tenemos una democracia donde cabemos todos, incluso los que piensan como él, si es a las víctimas, más no les pudieron hacer; y si es eliminar un lugar de memoria y dignidad donde los familiares les recuerden y homenajeen, tampoco lo va a conseguir.
La historia y los sentimientos no se eliminan, ni se cambian a martillazos.